El impresionante currículum del pianista bilbaíno, Jon Urrutia, deja pocas dudas sobre su maestría, profundo conocimiento y afán de investigación en torno al instrumento y sus técnicas musicales. Estudios superiores en USA y en Paris, masterclass y trabajos de pedagogía e investigación en procesos de análisis e interpretación de la improvisación sonora le avalan. Pero lejos de las rigideces académicas, todo ese bagaje no le impide disfrutar aún con mayor placer de todo el sabor de “Watermelon Man” de Herbie Hancock mientras revive el dulce frescor de aquellas sandías de un puesto ambulante de Harlem en un tórrido verano neoyorkino, emocionarse y bailar como el primer día al ritmo del más tradicional swing, o seguir agitando la cabeza en pleno trance heavy con el órgano de Jon Lord de Deep Purple. Esa actitud siempre abierta, siempre dispuesta al goce, al juego y a la escucha atenta le ha llevado a actuar en salas y festivales como el Montreux Jazz Festival, Madrid Jazz Festival, Museo Guggenheim de Bilbao, Museo Nacional de Cataluña, Teatro Sucre (Quito-Ecuador), Harvard Faculty Club (Boston), Universidad de NY-Laguardia, o el Festival de Jazz de Capbreton, y también a grabar 5 discos ya como líder e infinidad de colaboraciones con artistas de la talla de George Garzone, Perico Sambeat, Oscar Stagnaro, Giovanni Hidalgo, Bill Pierce, Yosvanny Terry, Jorge Pardo, Francisco Mela, Jaleel Shaw, Mario Rossy, Ferenc Nemeth.
Sin embargo, “Soleil d’Hiver” ofrece por primera vez la ocasión única de apreciar su música en toda su pureza más esencial. Grabado en Noviembre de 2019 en Mecca Recordings, esta hermosura recoge un total de 11 temas (composiciones propias y clásicos ajenos) interpretados en solitario y exclusivamente al piano. Una invitación a cerrar los ojos y dejarse llevar por Jon en su andar de trotamundos musical para maravillarse con esas intrincadas estructuras como atolones de coral o estalactitas de un mundo imaginario al que solo accedemos desde nuestra imaginación, para recordar aquel ritmo juguetón e hipnótico de una caja de música o de aquel carrusel mágico de nuestra niñez. Hay algo infantil y lúdico en la música de Jon que la hace irresistible y al mismo tiempo un rigor y una complejidad que lo convierte en un fascinante misterio que nos abre nuevas puertas y nuevos enigmas en cada escucha. Un verdadero lujo que no conviene perderse.