Un músico de la resistencia y en defensa propia comete un triple disco.
Se le interroga con conmiseración y severidad: ¿Por qué tres a la vez? ¿En serie?
El músico no tiene coartada y se le acusa de delito cultural. Juicio en pendiente.

Esto que es obviamente una broma distópica define bien la actualidad de los tiempos que nos toca habitar quienes hace ya un largo rato que los habitamos.
Son estos tiempos, tímidamente previstos, en los que la venta de discos está en quiebra técnica y la música se escucha muy poco y se mira demasiado y en la que repetidamente y como excusa o justificación exculpatoria se dice: «es que ya ni tengo reproductor de Cd's!» cuando un aparato cuesta prácticamente lo mismo que este triple Cd.
Entonces, ¿por qué tres discos a la vez? Hay tantos motivos a su favor como en contra. Por último, mi incontinencia creativa, aunque terapéutica y ligeramente reprimida, se ha impuesto a cualquier consideración más allá de la lógica de mercado y de la situación cultural catastrófica.
Pero aquí está, porque nosotros los creadores, los profesionales de la música, es decir los que profesamos el amor al oficio de hacer y dar música, no estamos para hacer otra cosa que lo que sabemos hacer. Y si todo el mundo estuviera en su sitio según sus capacidades y sensibilidades quizá, seguro, no debería plantearse la pregunta de ¿por qué tres discos a la vez?
Canción, piano y electrónica son tres combustibles que actualmente motorizan mi inventiva musical, tanto por separado en "Minoritats" e "Introscòpies" como mezclados y vinculados en "Òptica del vent".

Saki Guillem