El disco pretende abarcar el conjunto de las obras para piano del compositor catalán, Pere Casas (Terrassa, 1957-Sabadell, 2022). Desde la primera obra Carrusel del año 1987 hasta la última de ellas, In memòria est... del año 2019; su obra completa para piano comprende más de 30 años de trabajo de uno de los compositores más personales y originales de la actualidad. Su producción la podemos dividir en tres partes muy diferenciadas entre ellas; por un lado, un periodo inicial que comienza con la pieza Carrusel, obra de juventud y culmina con Paràfrasis sobre el nombre de Brahms y los Estudios, ambas coincidentes en el tiempo (1999-2001). Este periodo cierra una época de búsquedas caracterizada por un pianismo clásico deudor de formas del pasado pero donde ya se deja entrever una simbiosis profunda entre estas formas clásicas de raíz tradicional y la búsqueda de un lenguaje propio (presencia del jazz, uso y gusto por las disonancias de segunda menor, utilización de los unísonos dentro de una armonía fuertemente disonante); lenguaje disonante pero con una rítmica de resonancias jazzísticas que hace que muy a menudo su obra sea dificilísima de etiquetar, alejada de las modas y los modos del momento. La fuerza de estas obras proviene de esta tensión: la tensión de una renuncia, la del encasillamiento fácil y el afán de independencia creativa. Después de este largo periodo de diez años, viene una segunda época que abarcan los años 2011-2013 donde el compositor va encontrado un lenguaje más personal, en muchas ocasiones experimental donde el uso de la disonancia queda subordinada a un estilo cada vez más personal que reclama un espacio; desde la exultante Carta a Kurtag, pasando por la belleza cristalina de la Carta a Ravel o bien, las fascinadoras Cartas a Ligeti 1-2 con el torrente de notas en ritmos percutivos esparciéndose por todo el espectro agudo del piano, sentido homenaje al compositor húngaro. Inolvidable también el homenaje en Carta a Oscar Peterson, al insigne pianista canadiense, uno de los referentes claves de su trabajo; la obra contiene un riquísimo y conmovedor sentido rítmico haciendo uso de una imaginativa línea melódica que se despliega de manera desbordante a lo largo del teclado con un tratamiento virtuoso de la única mano que interviene en la obra: la mano izquierda. Finalmente, el período de madurez que comprende los últimos años de la década de los 10 donde el sentido final de las obras toman la forma de soliloquios, de monólogos interiores donde a pesar de que el lenguaje y el trabajo de composición está plenamente consolidado, este queda disimulado y dominado por una voz poética que en muchos casos va más allá del propio lenguaje musical y que se aproxima a lo que sería la conquista de un espacio meramente personal, el espacio interior, el más íntimo pero a la vez el más inaccesible. Queda en la memoria el formidable Mioramka o bien el Ingrávid 2, obra extraña, amplia, de sutil belleza. Los gestos musicales se comprimen, el material musical cada vez está más desprotegido, más despoblado y actúa como pequeñas inflexiones dentro de un espacio cada vez más inabordable tan bien descrito de Shu, la primera obra que abre este período, o bien los sonidos reverberantes de los espacios abisales de la última de las piezas, In Memoria est... sentido homenaje al compositor estoniano, Arvo Part. Así como en el segundo período el compositor se mueve y busca a partir de referentes externos (todas las Cartas a... podrían darnos signos explícitos de esa apertura hacia lo otro, o bien, los Espiègles, una especie de retrato coral de familia, irónico, lleno de sentido del humor y de vida), en este tercer periodo el compositor se retrae, se queda quieto y, habla desde sí mismo y hacia adentro, el movimiento es más estático, más invertebrado, pasan cosas pero estas cosas son cada vez más inmateriales, pesan menos y el uso del silencio se impone; notamos en sus últimas obras una actitud más refractaria hacia lo exterior a pesar del uso y asimilación de las técnicas extendidas sobre el piano (manipulación directa sobre las cuerdas y manipulación del sonido resultante, a Edeisa, por ejemplo) que nunca se ubican fuera de su lenguaje personal, enriqueciéndolo sin pervertirlo; buscando los límites que delimitan su espacio interior y que todavía y a pesar de sus búsquedas, dibujan un espacio aún más reducido e íntimo si es posible. Sea pues este disco, la oportunidad de dar a conocer una obra de piano ingente, importante y necesaria de uno de los compositores más relevantes de su generación: Pere Casas, compositor, maestro y amigo.
David Casanova