Sueños, fábulas y el abrazo íntimo del hogar se combinan en “Cyclamen”, el quinto álbum de la cantante irlandesa/catalana Núria Graham.
Mientras que el cuarto álbum de Graham, "Marjorie" (2020), enseñó su costado pop más personal, abarcando teclados y el sutil tictac de las cajas de ritmos, "Cyclamen" es una obra tierna y jazzística que invita al oyente con acordes de piano resonantes, guitarras acústicas serenas, música elegante y discreta que suma cuerdas y líneas errantes de contrabajo, sin mencionar los toques de fagot, arpa, flauta y saxofón. Cada instrumento es como un personaje en el mundo de ensueño de "Cyclamen", independiente, pero parte de un todo mayor, con la voz exquisitamente característica de Graham que nos guía como faro.
Graham se inspiró en “Ciclámenes”, en fábulas imaginarias, sueños premonitorios y mensajes de la naturaleza. El disco lleva el nombre de un género de flores autóctono de la cuenca mediterránea y las canciones hablan de girasoles, pájaros, montañas, polvo y fuentes. En su naturaleza melancólica y jazzística, "Cyclamen" podría recordar el clásico "Astral Weeks" de Van Morrison. Pero Graham aporta a la mezcla un toque de humor suave y psicodélico, mejor visto en el primer sencillo del álbum, "Yes, It's Me The Goldfish!", una canción tristemente encantadora que combina perspicacia e ingenio con un coro inolvidable.
“Cyclamen” suena uniformemente fantástico. Pero esto significaría poco sin la fuerza de la composición de Graham, que encuentra su punto máximo en su quinto álbum. “Procida”, que supera y sigue a “Cyclamen”, se asemeja a los Beach Boys en su forma más aireada, con cambios de acordes impredecibles y coros espectrales; “Fire Mountain Oh Scared Ancient Fountain” tiene la fuerza aturdida de la hipnosis musical, enrollada alrededor de un estribillo brillantemente pegadizo; “Disaster in Napoli” recuerda al clásico PJ Harvey en su poder del blues primitivo (.)