Si el anterior trabajo de Markos Untzeta (Eibar, 1970), Mississippi, era un viaje a la cuna de la música country y el blues, este nuevo disco titulado Seinaleak se puede considerar un retrato. Un retrato de nuestra realidad cercana, o para ser más exacto, de una parte de nuestra realidad, aquella que a pesar de su cercanía se nos hace invisible o no queremos verla por temor a que violente nuestra comodidad. “Hay una ciudad que vive escondida, tan cerca y al mismo tiempo tan lejos”, canta Untzeta en la canción que abre el disco, Bada hiri bat.
Sin más compañía que la de su voz, la guitarra y la armónica, Untzeta ha cogido el camino que Woody Guthrie recorriera en los años 30. Tal como hiciera aquél, Untzeta se convierte en cronista de su época, y a través de las canciones nos da a conocer lugares, personajes y situaciones cotidianas, sin ahorrar en detalles. Los protagonistas de las canciones son víctimas de la violencia, el conflicto político y la crisis económica. Es el caso del expreso que tiene dificutaldes para volver a adaptarse a la sociedad (Gasolindegi abandonatuan) o de la mujer avanzada de edad que se encuentra a merced de los bancos y teme perderlo todo (Zurrumurru urduria). La difícil reconciliación entre las dos partes tras décadas de enfrentamiento armado (Nola ez gorrotatu, Bihotzean badago toki bat), la violencia machista contra las mujeres (Ubelak ezkutuan) o las consecuencias que el hundimiento del estado de bienestar está provocando (Segi eta segi, Kale gorrian) son algunos de los temas de actualidad que Untzeta aborda con decisión en su cuarto disco.
Musicalmente, Untzeta ha vuelto a trabajar con su habitual técnico de sonido, Saul Santolaria, y ha apostado por envolver las canciones en una atmósfera oscura y asfixiante que recuerda el Nebraska de Bruce Springsteen. El músico de Eibar (Gipuzkoa) ha huído pues de las emociones rápidas y ha buscado que sean las sucesivas escuchas del disco las que vayan dejando un poso en el interior del oyente, aquel que esté interesado en empatizar con los habitantes de esa ciudad oculta