Con epicentro en su Francia natal pero irradiando rápidamente hacia el resto del Viejo Continente, la popularidad en círculos del jazz vocal contemporáneo de esta joven vocalista hija del matrimonio entre un marfileño y una sefardí hispano-marroquí postula con firmeza a convertirse en una de las más agradables sorpresas del año. El suyo, a diferencia de lo que hoy día parece habitual, es un éxito no sustentado en la mercadotecnia avanzada ni en la supuesta innovación de reactualizar (¿banalizar?) un sonido y un repertorio ya manido hasta la saciedad. Si el nombre de Laïka Fatien ha escapado con su primer álbum en solitario del reducido espacio de los mentideros frecuentados por los auténticos connoisseurs del género para alcanzar un público más amplio es por lo sorprendente de dar en la actualidad con un disco de formas tan seductoras como este “Look At Me Now!”.

“Mírame ahora!” es el reivindicativo título elegido por la francesa para encabezar su puesta de largo como responsable máxima del resultado final . Una interpelación con un mucho de autoafirmación propio de quien, por fin, ha podido explorar en absoluta libertad sus inquietudes artísticas. Y es que este puede ser el debut de Laïka Fatien pero no estamos ante, precisamente, una recién llegada. Ya antes gozaba de un sólido prestigio en su país por su excelente labor como vocalista de la prestigiosa Claude Bolling Big Band, auténtica institución del swing europeo desde los años 50. Prestigio al que se sumó una notable popularidad cuando su rostro acabó por convertirse en una imagen familiar para muchos franceses a fuerza de verlo en las marquesinas de los grandes teatros, donde ha actuado en numerosos musicales, entre ellos “A Drum Is A Woman”, la obra escrita por Orson Wells con música de Duke Ellington. Demasiados años, quizás, atendiendo un guión para alguien con la curiosidad tan aferrada a las entrañas y con tal necesidad de encontrar un discurso plenamente propio.

Laïka Fatien pone su voz, familiarizada con mil registros, plena de matices y enorme sensualidad, al servicio de un fraseo elegante que luce adornado con un apasionado sentido del ritmo. Cualidades todas ellas realzadas por el galano colchón instrumental aportado por un quinteto en el que militan algunos de los más ilustres nombres del panorama jazzístico del país vecino (David el Malek -saxo-, Pierre de Betham –piano-, Jules Bikoko -bajo-, Dré Pallements -batería- y Alban Sautour-guitarra acústica-) y la cuidada producción de Gilles Pétard, estudioso del jazz vocal donde los haya.

Junto a todos ellos, la vocalista se ha sumergido en un repertorio en el que tienen cabida composiciones de Joe Henderson, Wayne Shorter, el joven Nicholas Payton, Abbey Lincoln e, incluso, el tándem Lennon-McCartney, del que llevan con toda naturalidad su Eleanor Rigby a terrenos completamente nuevos. Laïka Fatien nos regala interpretaciones sublimes de grandes números, en las que la reverencia por sus originales se une a la firme voluntad de aportar algo nuevo, reinventarlos y hacer propios su partitura. Tanto es así, tan intensa es su interiorización que la francesa llega a escribir la letra para temas originalmente instrumentales, elevando sus notas hacia un nuevo espacio expresivo.