A menudo, tan sólo necesitamos el suave calor del Sol tocándonos el rostro para recordar todo lo que de hermoso y maravilloso puede llegar a tener la vida. En ocasiones, su luz es todo lo que necesitamos para comprender que la felicidad no siempre vive en las palabras grandilocuentes y los grandes propósitos. Al contrario. Es habitual que escoja para vivir los propósitos más modestos y las menudencias de la vida. Y eso es lo que Joan Isaac entendió el día en que abandonaba el hospital ya recuperado de una grave dolencia y sintió el Sol acariciándole la cara. -explica el artista- . Canciones como las de . Poéticas miradas llenas de ternura y sensibilidad sobre el discurrir del tiempo, los amores que nos dejan un dulce sabor en la boca, rincones que amamos a fuerza de volver con los pies o evocándolos con la memoria. Composiciones, las primeras inéditas del autor que ven la luz en los últimos dos años, que nos reafirman en la opinión de que es una de las (pocas) grandes voces de la que nos quedan.
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