Vanguardia sin nada de la gratuita vacuidad que a menudo elige el término para camuflarse y seguir actuando con impunidad y coartada intelectual; riesgo, innovación y creatividad que va vertiéndose sobre paisajes sonoros irreales, pintados con pinceladas infinitas, como trazos acústicos que, juguetones, se persiguen unos a otros entre estrellas y planetas.
La edición el pasado año de El Somni d'un Gegant (El Sueño de un Gigante), confirmó que la música catalana había encontrado quien tomara el relevo de su larga, aunque últimamente adormecida, tradición de poetas siderales y músicos con vocación de exploradores cósmicos. Multifacético e hiperactivo, Xavi Lloses tomaba el testigo con su debut en solitario, un disco de sonoridad dulce y onírica, después de haber trabajado en los últimos tiempos en campos tan diversos como la composición de música para el cine, instalaciones artísticas y obras teatrales (un terreno en el que ha colaborado ampliamente con el prestigioso director Oriol Brogi), produciendo discos para oros artistas (Jaume Sisa, Gerard Quintana...), profundizando en las posibilidades de la electrónica junto a destacados representantes del género (Funk D'Avoid, el gerundense Monoceros...) o multiplicándose para compaginar su militancia en proyectos y bandas que abarcan desde el jazz de Tridimensional a la música improvisada y experimental de Soma o Kandinsky playing Tetris (¡gran nombre!). Un currículum tan denso como repleto de puntos de interés que nos sirven para poder señalar con razonable precisión las inquietudes de un músico siempre fascinado por el vértigo de la creación. Un artista que con Núvols de plata ha querido, según se encarga de explicar él mismo, 'explorar con absoluta sinceridad los caminos de la belleza más sutil que habita sobre nuestras cabezas' y hacernos partícipes 'de un viaje a la estratosfera'. En ocasiones, los propósitos son tan elevados que ya constituyen un mérito en sí mismo. En el caso de Xavi Lloses y su segundo álbum, el mérito es haberlos conquistado y conseguir hacernos beber del éter del que están hechas las estrellas.