Utópica. Así era la idea de que un joven pianista pudiera ganarse la vida en la España de posguerra tocando jazz. Aunque ese joven fuera un genio y estuviera destinado a ser recordado como uno de los mayores talentos que el jazz europeo haya alumbrado jamás. Aunque se llamara y su forma de desplazar los dedos sobre el marfil de las teclas de su piano fuera sobrecogedoramente fascinante. Recluido en los peores tugurios, ninguneado por el cultural del momento, permanentemente infravalorado cuando no objeto de franca animadversión, el jazz en la España de los años cincuenta no gozaba ni tan siquiera del status de pariente pobre de la música digna de reconocimiento. Motivo por el cual , como tantos otros, tuvo que plegarse a las exigencias de la época e iniciar su andadura musical interpretando boleros, cha-cha-cha y otros ritmos de ascendencia latina que sí disfrutaban de la estimación del público y gerentes de salas de conciertos y baile. Pocos testimonios ha dejado el tiempo de aquellos años de aprendizaje y crecimiento como músico de . Apenas algunos viejos discos de piedra de 78r.p.m. y microsurcos de 45. La mayoría, nunca antes editados en formato digital, desconocidos incluso para los más fieles seguidores del pianista barcelonés. Ahí reside buena parte del interés de esta obra que recopila la música ( ya vigorosa y elegante, plenamente disfrutable todavía) interpretada por en formaciones como el , la , y el quinteto del famoso vibrafonista norteamericano , el mismo que tras escuchar a en una que tuvo lugar en el Hotel Windsor Palace de Barcelona no dudó en afirmar que el catalán era .
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