Aclaremos una cosa: Basia Bulat no vive en un castillo. La propiedad en la que se basa el nuevo álbum de estudio de la compositora es a la vez su apartamento, su espacio de improvisación y el interior de su cabeza. "Basia's Palace" es un lugar adornado con amor y memoria, mal cableado; es un paraíso que cobra vida a altas horas de la noche, en un momento adecuado para los videojuegos y los discos de Leonard Cohen, cuando te sientas en toda esa riqueza, asimilando todo el desorden que heredamos.

Al reunirse con el coproductor Mark Lawson, se encontró moviéndose por un mundo de ensueño de susurros, sintetizadores y primeras canciones de Eurovisión, 'I'm Your Man' de Cohen y 'Moon Safari' de Air, los difusos LPs de Maryla Rodowicz de su tío abuelo. El resultado parece un álbum escondido detrás de las fotos de la infancia de Bulat, con temas como «My Angel», donde el misterio y el romanticismo se mezclan con sintetizadores y una máquina de percusión, con un arreglo de cuerdas de Drew Jurecka (Dua Lipa, Alvvays), o «Laughter» -mezclada, como todos los temas del disco, por el legendario ingeniero Tucker Martine (Beth Orton, Neko Case, The National)-, que toma una tranquila escena doméstica y la lleva a un sublime ensordecedor. «Disco Polo» es un tema que Bulat ha estado amenazando con hacer desde siempre -una canción folk que toma el nombre de un género de música de baile polaca de mala calidad que amaba su padre-, mientras que “Baby”, que tardó años en terminar, es un elegante número de baile de una situación demasiado familiar: «Baby, baby, baby», canta Basia, “¡no aprendo!”.