"Sería ideal querer ser normal". Pero Magalí Datzira, por suerte de todos, no acaba de serlo. Se mueve como pez en el agua en la anormalidad de escribir unas canciones que son trocitos de vida, piezas desgarradas de un dietario, reflexiones que tan pronto tocan con los pies en el suelo como despegan hacia las nubes. Todas las disonancias entre lo terrenal y lo espiritual fluyen en su música, en su excepcional segundo álbum “La salut i la bellesa”.

Pongamos contexto: Magalí Datzira es una joven contrabajista, cantante y compositora barcelonesa. Con larga experiencia en los escenarios (ha actuado con Andrea Motis, Rita Payés, Christina Rosenvinge…), su propuesta personal parte del jazz pero se convierte en transversal. Bebe de un amplio abanico de influencias que va del funk al pop electrónico, de los sonidos más intimistas y mediterráneos a ritmos urbanos. Un universo musical que cristaliza de lleno al sumar una voz lírica urgente y contemporánea.

Después de presentar su primer disco en solitario, “Des de la cuina” (2023), ahora vuelve con “La salut i la bellesa”. Un álbum donde, desde la experiencia más íntima, Magalí habla de vaciarse para rellenarse. Habla de tristeza. De paranoias y de abismos cotidianos. Habla de los distintos estadios del amor. Pero sobre todo, de cuidar, cuidarse y ser cuidada. Y de la amistad como clave de vuelta vital en este mundo ultraconectado. Ella dice que es un disco de color azul, del azul del Mediterráneo: un azul cálido, valga el oxímoron.

En esta nueva aventura, Magalí Datzira está acompañada por Vernat (guitarras y corazones), David Gimeno (batería), Toni Mora (piano y teclados) e Iscle Datzira (saxos). El disco, grabado prácticamente en vivo en el estudio de montaña Casafont, incluye también cameos vocales de Mr. J. Medeiros (“La salut i la bellesa”) y Marco Castello (“Merèixer”) y diversos temas interpretados sobre una base de cuerdas. Las mezclas son de Adrià Serrano y el mástering de Raphael Jonin, con producción de la propia Magalí.