Desde que se conocieron estudiando en Barcelona, los caminos de Carles Medina, Tomàs Pujol, Carles Guilera, Ernest Pipó y Joan Torné no han dejado de converger en proyectos varios (el más reciente Hulm, donde participan Ernest y Joan). Durante este tiempo, la amistad y la afinidad artística de los cinco ha acabado empujando sus respectivas agendas hasta fundar una banda propia, Bulbs, donde finalmente improvisar y escribir conjuntamente un repertorio como el que ahora ve la luz, en este primer álbum titulado «Bombetes».

Que la esencia de un artefacto musical tan libre y ecléctico como éste consiga proyectar una identidad musical sólida, elegante, y se torne rotundamente personal es gracias a un aspecto poco habitual en combos con primeras espadas como el que nos ocupa y, aún menos, cuando hablamos de un debut. Pues, al igual que la belleza no entiende de imposturas, la magia de «Bombetes» seguramente sea fruto de la humildad con la que el talento se ha dispuesto en pro de las canciones. De la suma de sus partes pero sin programas previos: con sencillez, con la altura de aquellos que lo ven tan claro, que ni siquiera se miran para entenderse. De quienes encuentran su propio espacio escuchando a los demás.

Producido con Josep Munar en los estudios Ground (Cornellà del Terri), el disco acaba resonando a obra atemporal porque ¡es tan difícil sonar moderno y clásico a la vez! En este sentido, «Bombetes» es casi un milagro. Una maravilla que se articula en siete canciones originales, donde lo mejor de la improvisación (en dosis, cuando procede, amplificando la intención narrativa de la pieza) encaja dentro de una factura compositiva muy especial y con una mano para la concatenación de texturas heterofónicas magistral, desplegando una paleta de colores y sensaciones sumamente sugerente. Tan estimulante, que acaba sacudiendo nuestro sentido de sublimación… Probablemente nos encontremos ante el mejor disco de vanguardia hecho aquí en los últimos tiempos. Lo que sí está fuera de duda, es que la existencia de Bulbs es la mejor noticia del dos mil veinticuatro. ¡Larga vida!