Cesc Triquell es un artista de pies a cabeza. Una de esas personas elegidas que tienen la suerte de haber encontrado de muy joven su vocación. No sólo eso, sino que su paso por el talent show “Euforia” que ha revolucionado la televisión catalana reuniendo -por fin- familias enteras frente la pequeña pantalla, no ha hecho más que ofrecerle un atajo, una pasarela de lujo, hacia un éxito que en su caso era inevitable. Triquell está hecho para crear música, interpretarla encima de un escenario y, lo mejor, hacerlo conectado totalmente con el público.
Sólo así se puede explicar el éxito de las cuatro canciones que adelantó de “Entre fluids”, su primer disco. “Jugular”, “Road Trip”, “CBD i espardenyes” y “Clímax” han sido la mejor carta de presentación. Y ahora, con el disco, se publican otras once canciones mágicas, con títulos como “Nirvana”, “NPC”, “Detroit Tango”, “L’espai que et crema” con la colaboración de la cantante Ven’nus o “Aliviat” con Vernat.
Toda una colección de canciones con alma, empáticas y con una producción de Arnau Vallvé de Manel que deja con la boca abierta. No hay otro artista catalán que se le parezca. No hay otro disco catalán que se le puede comparar.
Con “Entre fluids” -entre fluidos-, Triquell quieren expresar mezcla, mestizaje y comunión entre un montón de conceptos aparentemente incompatibles. Según él mismo confiesa, significa aceptar que se puede ser sensible, revolucionario, emotivo y muchas otras cosas incompatibles en un mismo momento. En el disco, claro, participan artistas heterogéneos, de distintas disciplinas que han trabajado mano a mano con Triquell para crear un universo sonoro y visual. Un grupo de jóvenes que, detrás de este alter-ego colectivo en el que se ha transformado Triquell, encuentran la oportunidad de vivir del arte que ellos quieren sin obedecer estilos, modas o estructuras predeterminadas.