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Codex Las Huelgas: Bestiaire et Symboles du Divin

JORDI SAVALL - LA CAPELLA REIAL DE CATALUNYA + HESPÈRION XXI

CD
CLÁSICA CONTEMPORÁNEA
ALIA VOX (AVOSA9951 02)
8435408099516
En la vida monástica de la orden del Císter, como en el caso del monasterio femenino de Santa María la Real de Las Huelgas (Burgos), panteón real, sede de coronaciones y epicentro de una intensa vida musical en la que el canto tenía gran importancia, las monjas debían vivir en la sencillez, el silencio, la oración y la contemplación. Flavit auster, que forma parte del Códice de Las Huelgas, es un texto mariano inspirado en el Cantar de los Cantares, en el que aparecen los símbolos más fuertes de la feminidad, como la colmena de leche y miel y el gesto protector descrito como «madre de piedad, puerto de esperanza para los náufragos y virgen madre purificada». También encontramos estos símbolos ya en el siglo IX en la espiritualidad islámica y hebrea, que nos quieren enseñar lo que es el viaje al interior de uno mismo, un camino de desafío, conocimiento, encuentro y unión del alma con Dios. Como dice Santa Teresa, «ved este castillo resplandeciente y esta hermosa perla oriental, este árbol de la vida que está plantado en las aguas vivas de la vida».

Junto a esta fascinante simbología de la Reina del Cielo llena de luz entre las estrellas, la estrella de oro, el sol y la luna, así como la leche y la miel, las flores, las joyas de la primavera, las rosas, las violetas, el azafrán y el laurel, en este códice del Monasterio de las Huelgas encontramos muchos símbolos de los animales de Cristo, tal y como estaban presentes en los primeros tiempos del cristianismo. Recordemos que en los frescos de las primeras catacumbas cristianas y en los mosaicos bizantinos encontramos corderos, palomas y peces. La realidad de este mundo se refleja de forma mística y a la vez velada. La doctrina platónica está en las raíces del cristianismo: esta nueva creencia nació en este contexto filosófico, que a su vez estaba impregnado de sabiduría egipcia y, más allá, hindú.

El primer bestiario cristiano conocido, el Physiologus, fue escrito probablemente en Siria en el siglo III. Este texto fundamental alimentó la imaginación de artistas y teólogos posteriores. El Ars antiqua hispano ha conservado muchas obras en las que los animales son alegorías de la fe que se funden con los compañeros de dos o cuatro patas del hombre medieval.

Junto a los símbolos marianos básicos como el águila, el cordero, el pez y, por supuesto, la paloma, hay otras criaturas más inesperadas como las moscas «abominables», que tradicionalmente acompañan al Señor de las Tinieblas, pero también el pelícano, símbolo del sacrificio de Cristo, o el dragón, que representaba al guardián de las fronteras del mundo conocido. Este monstruo que respiraba llamas era inicialmente una imagen de vigilancia y ardor antes de ser muerto por San Jorge y Sigfrido.

Es también en este Códice donde encontramos (como en los fabordones de Notre Dame de París, y en los cantos de peregrinos del Llibre Vermell de Montserrat) los primeros cantos a varias voces, los fabordones y los primeros experimentos de música con melodías independientes cantadas a la vez de forma conjunta. Fue el comienzo de una verdadera revolución: el Ars nova, que da nacimiento a un nuevo lenguaje musical, a la postre desarrollado magistralmente por grandes compositores, como Philippe de Vitry o Guillaume de Machaut. En el momento en que las lenguas nacionales se afirman con este Ars nova, la música se convertirá en la verdadera lengua común de Europa.

JORDI SAVALL


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