Tras la disolución de Los Reyes del KO, sin duda una de las mejores bandas de blues en Europa, con la que recorrieron escenarios y festivales y tres discos publicados, Adrián Costa decide mudarse a Estados Unidos donde en poco tiempo se labra una brillante reputación dentro del circuito del área de San Francisco, compartiendo talento y experiencia con primera figuras internacionales. Fruto de ese tramo del camino es este disco homónimo en el que ha sabido sintetizar la esencia del blues en sus más diversas formas y modos, un disco ecléctico, plagado de soul y funk, con el hilo conductor del blues más tradicional y riguroso y sin perder de vista el rock’n’roll más vigoroso.
A través de once canciones, una guitarra incendiaria y una voz llena de soul se atisban tanto la admiración que Costa siente por músicos callejeros de Nueva Orleans como por grandes figuras de la música americana como Fats Domino, Lowell Fulson o Johnny Guitar Watson.
El disco está grabado a mitad de camino entre Estados Unidos por Kid Andersen en Greaseland, donde contó con la colaboración de magníficos músicos norteamericanos, y rematado en Galicia donde Adrián Costa está afincado en la actualidad, con un sonido sobresaliente.
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