Adolpho Arrieta fue protagonista directo de los nuevos cines que en los años sesenta y setenta surgieron en distintos países del mundo. Esto lo convierte en uno de los cineastas fundamentales de la historia del cine español. Como en el caso de Buñuel, un largo destierro parece haber sido la condición para que su obra estuviera a la altura de las corrientes más importantes del cine de su época. A lo largo de los años setenta realiza una serie de películas "punk a la francesa", como las definió Severo Sarduy, que por su originalidad e influencia están entre lo más importante del cine francés de la década. En 1989 regresa a Madrid y, con intermitencias dramáticas de las que también pueden hablar otros cineastas españoles de su generación, prosigue su obra. En 2006, con sólo una cámara digital que como en la época de El crimen de la pirindola maneja en solitario, realiza la que por el momento es su última película: Vacanza permanente.
En colaboración con el Festival de Cine de Huesca, Intermedio publica la obra completa de este cineasta considerado el pionero del cine independiente en España.

Incluye un librito de 64 páginas castellano-francés-inglés con abundante documentación gráfica, y artículos de Enrique Vila-Matas, Marguerite Duras, Jean-Claude Biette, Pierre Léon, Serge Bozon, Pablo García Canga y Jonas Mekas.