Victor de Diego muestra en este disco su gusto por la escuela hardbop de finales de los 50 y principios de los 60, alejado radicalmente de los experimentos que eventualmente coprotagoniza con otros cómplices de la escena. Con un discurso fluido y sin artificios, natural. Sonando con el empaque de un cuarteto de lujo que lleva tocando tiempo: Curro Gálvez, cuyo sobrio contrabajo es un valor en alza, la inventiva y energía de Marc Ayza y la asombrosa versatilidad de Joan Díaz que reclama desde ya un sitio dentro de la élite pianística del jazz estatal.
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