Cantes vestidos de rajo y jondura, cantos para los cabales y para los que nunca pisaron un colmado, cantes a compás y cantes libertarios, cantes por derecho y cantes del revés, cantes chicos y cantes grandes, cantes de ida y vuelta y cantes que se saben de dónde viene pero no se saben dónde acabarán, cantes puros y cantes para los impuros por vocación... Carácter flamenco es una instantánea nítida y de encuadre preciso de la actualidad de este arte. Un recorrido amplio por su presente en el que hay espacio para puristas y herejes, perpetuadores y subvertidores de la tradición. Nunca ha dejado de ser el flamenco un fluido en perpetuo movimiento; un cauce que aquí y allá altera su rumbo, se detiene, avanza y divide. Del cante y el toque resulta un lienzo enorme que cada uno colorea con su paleta, como quiere y sabe sin más leyes que la que uno quiera aceptar. Hay flamenco en la propuesta mestiza del aquí y del allá de , y en el rock de incontestable raigambre andaluza de . Y hay flamenco, mucho flamenco, en las gargantas rotas de y , en las teclas del piano de , en la frescura de y en la bulería que suspira por un bolero que dibuja . En todos vive el flamenco y todos ellos están en