Guache & Marcelo Pull forman el dúo más raro del panorama musical. Un dúo para coleccionistas de curiosidades y rarezas. En este disco, el sexto de su trepidante carrera underground, vuelven al humor. Un humor muy personal el de las letras –poemas- de Ángel Guache, entre tierno -una irónica “ternura”- y disparatado, marca de la casa. Tan marca de la casa como su alterada, herrumbrosa y oxidada voz. Esa forma de cantar tan original, tan poco ortodoxa, puede resultar extraña en una primera audición -sobre todo para aquellos que no estén familiarizados con voces de elementos como Lemmy Kilmister o Tom Waits, por poner algún ejemplo-, pero si vuelves a escuchar las canciones unas cuantas veces te vas dando cuenta de que es la manera más exacta y contundente de decir lo que quiere decir. Interpreta las letras tal como las concibió en su mente para ser cantadas, alejado de todo canon, añadiendo las sabias aportaciones musicales de Marcelo Pull.
Con semejante material, al margen de estereotipos e imitaciones, Guache & Marcelo Pull han conseguido marcarse un álbum heterodoxo, teatral y excéntrico, que seguramente haría las delicias de Picabia –amigo de Satie, recordemos Españaña Españoña, de un disco anterior-, a cuya Serie española rinden homenaje en algún tema (como ejemplo aquí está la irónica canción La España jolgoriosa). Este desparrame de humor poético -y de un “antilirismo” que por momentos es del más potente calibre- está maravillosamente acompañado por las guitarras, y la música en general, del multi-intrumentista y eficaz e imaginativo productor Marcelo Pull, consiguiendo una perfecta simbiosis. Una irónica visión de la vida -fuera de normas, modas y convenciones- con música adecuadamente experimental y de calidad. Entre el rock y la vanguardia -hay que escuchar el disco entero para ver cómo asumen riesgos y en cuántos jardines se meten-. No cabe duda de que estamos ante un disco con personalidad. Un disco singular.