El día en que decidió trasladar su lugar de residencia del soleado condado de Sonoma a la bulliciosa Nueva Orleans probablemente tomó la mejor decisión de su vida. En la noctámbula y siempre animada Crescent City es donde este californiano ha conseguido dar forma a las muchas (y muy buenas) ideas que desde hacía tiempo rondaban por su cabeza de joven bluesman con indisimulable querencia por el soul. Ha sido allí, en una ciudad que respira al ritmo del incesante palpitar que en sus calles marcan el jazz, el soul , el blues, los sonidos cajun y los ritmos caribeños donde consiguió dar con las proporciones perfectas de unas canciones que consiguen, nada más y nada menos que según la revista , auténtica Biblia de la vasta escena artística de la ciudad. De espíritu añejo sin sonar forzada, la música de Lindell (quien ha contado para la grabación de este trabajo con la participación de - antiguo batería de -) es una amalgama de blues, soul, pop pantanoso y rock que ya le ha valido la admiración pública, rendida e incondicional de músicos como (), y entre muchos otros.
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