Siguiendo el rastro de "L’estiu" (LaCasaCalba Ed., 2010), el músico y compositor Òscar Briz nos propone otro viaje evocador. "Youth" fue su séptimo trabajo bajo nombre propio, y en él la austeridad de elementos y las sonoridades acústicas mandan sobre los excesos y la electrificación de la vida (post) moderna. Esto no significa, sin embargo, que "Youth" sea un disco de voz y guitarra solamente. Este canto de juventud está grabado con un bajo y una batería, un bajo y una batería que junto con los arreglos vocales dan consistencia sonora a las partículas literarias, unas letras que ponen el retrovisor -la lupa- sobre la edad de la inexperiencia, sin personalismos.
De este modo, Briz visita estancias en las que la vida ya no va en broma aunque uno lo empiece a entender más tarde. En dos de estas piezas ( ‘Les odes’ y ‘Cant de Vicent’) el de Alcudia comparte cama con Vicent Andrés Estellés, el poeta de la desnuda elementalidad diaria. A nivel estrictamente musical, el disco es expresamente heterogéneo. Y es que en "Youth" podemos sentir el aroma soul ( ’Lleugers’) o el pop resplandeciente ( ‘No digues que no pot ser’ y ‘En el tren’), la canción intimista ( ‘Quinze’ y ‘L’home sensible’), la de protesta (‘Valencia tensa’), el folk-rock (‘El rastre dels meus herois’), o incluso la oscura cadencia indie de un relato iniciático (‘Desperta al dolor’»). En resumen, “Youth” es una muesca más en el arma-alma creativa de un músico adulto que sabe hacia dónde dispara. Todo un acierto, vaya.