Kou Keri Kou están afincados en Barcelona y como grupo tienen poco más de un año de vida. Durante este tiempo, se han dedicado a exprimir músicas de aquí y allá, hacer canciones y tocarlas una y otra vez por diversión. Ander se encarga de los ritmos y las percusiones, Juantxo toca el bajo, Pope la trompeta y el fliscornio, Jordi la guitarra y Olatz canta.
El primer mensaje que nos llega del álbum debut de Kou Keri Kou es la ilustración de portada de Arantza Cotera: un conjunto de casas más o menos desfiguradas e irregulares que, pese a sus diferencias, forman un poblado. Esa imagen es una magnífica introducción para entender la clase de disco que vamos a escuchar, ya que sus 10 canciones tienen tantos elementos dispares como las casas, y pese a todo, juntas crean un resultado uniforme y con sentido. Todas ellas, incluso las instrumentales, transmiten una forma de entender el mundo, a veces de modo muy claro y directo (La gente con dinero, Maravillas del pasado), otras no tanto (Fuera, Apestada) aunque siempre con la voluntad de hacerse entender, que no de agradar. Y es que, aunque la música cabalga y serpentea con garbo, las letras tienen un carácter no muy amable en el que los miembros de la banda asumen su papel de excluidos y se enorgullecen de él.
Las canciones, al igual que las casas de la portada, no se parecen a las que solemos ver a nuestro alrededor, y sin embargo, no resultan del todo ajenas. Si pegamos el oído a sus paredes, intuiremos ecos lejanos, puede que algo de la rumba congoleña o el jùjú nigeriano, pero también sonidos más cercanos, como el pop nuevaolero y abierto de Gary Numan o Radio Futura. En cualquier caso, el resultado no deja de ser una música cercana y bailable que intenta escapar de los caminos más trillados. Ese eclecticismo y apertura a otras músicas es, además de la amistad, lo que unió a Ander Agudo (percusiones y ritmos), Juantxo Agudo (bajo), Jordi Gegé (guitarra y coros), Pope (trompeta y fliscorno) y Olatz Azcona (voz); también es su punto de encuentro, con caminos heterogéneos que se mueven entre el dub, el rock’n roll, el pop con sintetizadores y el ambient. Al escuchar este álbum se puede percibir que se creó sin prisa en una habitación entre amigos, pero con el entusiasmo y la ilusión de quien descubre e investiga las calles de un pueblo desconocido, el de la portada, al que se acaba de mudar y en el que piensa quedarse a vivir.
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