Las canciones de éste su séptimo disco muestran el verdadero tamaño de Murugarren como creador. Se puede afirmar sin miedo a equivocarse que ha compuesto y grabado algunas de sus canciones más completas cuando se cumplen 16 años desde que empezó su andadura en solitario y él ha pasado de los 50. Algo está sucediendo en su interior constantemente y él lo sabe aprehender, y con lo capturado sabe crear canciones, incluso en estos tiempos tan difíciles y desagradables para las canciones, para la lírica.
Txuma ha sabido hacer suyo el terreno del pop y del rock de medio tempo; pero existen muchos matices. En algunas ocasiones se asoma al country-folk anglosajón, la pieza que da título al disco y en la que describe algunas escenas en tono jocoso y crítico a la vez, tiene un ritmo más vivo, aparecen reminiscencias del power-pop y el post-rock, un blues actualizado, pop-rock con tintes de club de ciudad con participación de Gaizka Isunza (Audience). Hasta llegar al pop sencillo de la última canción, en la que el ritmo ágil hace un contraste lúcido con la melancolía de la letra. Los textos de Murugarren rebosan sinceridad, una sinceridad que hasta puede doler.
Acompañado de sus músicos habituales en un trabajo lleno de personalidad.
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