Este disco supone una excelente carta de presentación de un músico cuyo talento y versatilidad abarca un buen número de facetas musicales: desde el flamenco al jazz, del teatro a la música sinfónica o el tango. En todos ellos destaca y se ha ganado un respeto y reconocimiento bien merecidos.
Canciones sin palabras recoge un puñado de composiciones propias que Miguel Ángel quiso en su mayor parte dedicar, a modo de obsequio musical, a seres queridos en circunstancias muy especiales de su vida. Con el tiempo, esas sencillas composiciones fueron incorporándose a su repertorio y como él mismo describe “se han convertido en standards para mí mismo”.
Hay que destacar que estos temas no fueron concebidos para ser interpretados en trío, pero si han acabado funcionando más que bien en este contexto no se debe sólo al talento de Miguel Ángel para adaptarlos a un formato más íntimo, sino también al de sus compañeros para contribuir al empaste global que todo grupo ha de buscar. Así, el liderazgo de Remiro encuentra adecuada complicidad en Daniel Escolano y Fran Gazol y es posible, a la hora un poco inevitable de buscar algunas referencias, que a uno le vengan a la cabeza aquellos estupendos discos de Keith Jarrett para ECM en los 70, repletos de melodías de una belleza difícil de igualar.
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