Tras auto-editarse unpar de trabajos que levantaron no poco revuelo en círculos blueseros, acabó por llamar la atención de Alligator Records, el que probablemente sea el sello más prestigioso del mundo si de lo que hablamos es de blues contemporáneo. Y a la confianza de la compañía de Chicago, ha respondido con un primer álbum, , que le confirmaba, efectivamente, como un artista a seguir muy de cerca, y, ahora sí, con un disco como que definitivamente da la medida exacta de las enormes posibilidades del californiano. Blues electrificado con apuntes de soul sureño, pop, folk e, incluso, la inesperada presencia de algún guiño reggae en uno de los álbumes más frescos que la música de raíces norteamericana ha dejado en el ejercicio que ya acaba.
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