De la unión en un proyecto común de dos músicos como el contrabajista malagueño Francis Posé y el pianista cubano Daniel Amat, sólo podían surgir frutos interesantes. Una afirmación como ésta no se basa sólo en la evidencia de dos trayectorias impecables, surge también de la habilidad de los dos instrumentistas y compositores a la hora de sumergirse en un par de tradiciones musicales, la española y la caribeña , que ellos conocen muy bien y con las que, como era de esperar, han querido relacionar utilizando el jazz como denominador común.
El disco presenta también a Andres Litwick, uno de los baterías más originales de la escena española actual y un percusionista totalmente idóneo para un proyecto donde el moderno y el contemporáneo se mezclan con singularidad y atrevimiento. La música del disco, con temas firmados al cincuenta por ciento y una composición compartida (Hermano, que grabaron a dúo para el proyecto), intenta también ser un reflejo de varias experiencias, individuales o comunes, vividas por Posé y Amat. Se trata pues de un trabajo que le pone sonido y música a la vida, al paso por los días y las interpretación de lo vivido. Un ejercicio, en mi opinión muy bien resuelto, que en ningún momento deja de evidenciar la hermandad entre dos formas de hacer y entender la música que ellos nos hacen llegar con su arte cargado de belleza e intensidad.
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