España y Francia, en su ancestral equilibrio inestable siguen siendo hoy, como siempre han sido, rivales y hermanas, tan lejanas como unidas, tan mutuamente admiradas como odiadas. Como Apolo y Dioniso, como la fe y la razón o el refinamiento y la visceralidad, ambas naciones encarnan a la perfección los tópicos más opuestos de la cultura occidental. Su vecindad y su dinamismo cultural han ido no obstante construyendo a lo largo de los siglos una amplia meseta que sus respectivos artistas, con el transcurso de los siglos, han sabido elevar desde ambos lados de los Pirineos para mitigar las barreras físicas y mentales entre ambos pueblos y superar una visión simplista y limitada de dos realidades tan maravillosamente complejas.
Frutos de la más exótica visión del otro o, en ocasiones, de una profunda inmersión en las raíces culturales vecinas, las imágenes musicales que los compositores de ambos países nos han regalado para la posteridad son efectivamente estampas diversas, retratos de sensacional belleza que, como fotogramas de una película se constituyen como los elementos puntuales de una complejísima y dilatada interacción artística. Por ello resulta natural que el repertorio que Margarita Escarpa ha elegido sabiamente para crear este disco tenga numerosos nexos que lo dotan de unidad y coherencia. El principal es el que une a la guitarra (más que justamente, icono de la cultura española) con la figura de Claude Debussy (compositor francés por excelencia, precursor de una nueva música que iba a revolucionar la tradición musical europea).